¿Qué lugar más colorido y alegre que el mismísimo Cerro Alegre de Valparaíso? Siendo porteña (de corazón, porque en realidad nací en Viña) y por varios años vecina del sector, lo conozco bastante bien. Los hijos de Carola también conocen este cerro desde niños, y es por ello que esta mamá de cuatro quiso fotografiar a su familia paseando por estos rincones de postal. Abajo, la bella Gabriela junto a sus hermanos.
Bajando por los coloridos peldaños de Templeman encontramos este gatito, que Gabriela y Mane no pudieron resistirse a acariciar. Además sirvió para pasar la pena de una pequeña caída que Mane había sufrido minutos antes por bajar la escalera con demasiado entusiasmo. Abajo, el menor de los hermanos, Juan Pablo, quiso posar con ojos blancos para la siguiente fotografía. Las reacciones de sus dos hermanos mayores no se hicieron esperar… Buena foto, ¿verdad? El Juanpa diría que sí…
En la plaza de los catorce asientos dimos la vuelta para regresar por Almirante Montt. Los hermanos Rodrigo y Gabriela se detuvieron un momento a observar esta puerta, y aprovechamos para capturar un momento típico entre dos hermanos: ¡la sacada de lengua!
Como a la Mane todavía no se le pasaba la penita por la caída (el gatito no fue suficiente), fue necesario recurrir a los helados de Amor Porteño. Eso sí funcionó, y claro, por qué no, helado para todos!!!
En la siguiente foto verán lo que es realmente comer helado con furia:
Y ser feliz comiendo helado:
Desde la esquina de El Desayunador, caminamos hacia la estación superior del ascensor Reina Victoria, que conecta la calle Elías con los cerros Alegre y Concepción.
Aquí estuvimos un buen rato intentando que todos los hermanos pudieran deslizarse de una sola vez en el resbalín, pero resultó prácticamente imposible, ya que las piernas del primero siempre cedían antes de que el último pudiera unirse a la cola!!! Abajo, un momento precioso entre mamá e hijo.
La idea original de Carola era tener fotografías de sus hijos en la playa, así es que finalizado nuestro periplo por los cerros más turísticos del puerto, nos subimos al auto y nos fuimos al Paseo Wheelwright.
Mamá y sus machos, las chicas caminando solas y abajo, la familia en pleno.
Caminamos luego desde el sector del Muelle Barón, donde se tomó la foto de arriba, en dirección a la playa. ¡Por supuesto que el Juanpa quería dirigirlos a todos!
Llegando a la arena nos sacamos los zapatos.
Los más pequeños, ya bastante cansados, no estuvieron muy de acuerdo con que Íker (se me había olvidado presentarles al peludo integrante de la familia) se bañara en el mar puesto que nunca antes lo había hecho. Este es Íker, feliz después de su corto primer encuentro con el océano Pacífico y sus olas.
Esta foto es mi favorita:
Carola, mis sinceras felicitaciones por estos hijos maravillosos que tienes. Yo soy la mayor de dos hermanos, y siempre me han fascinado las dinámicas de las familias más grandes, donde cada hijo es un universo en sí mismo, frágil y poderoso a la vez. ¡Gracias Rodrigo, Gabriela, Mane y Juanpa por tenerme paciencia para darle un gusto a su mamá! Espero que les hayan gustado las fotos, y que no sea la última vez que lleven al Íker a la playa.