Esta es Josefina, retratada entre papá y mamá a un mes y medio de convertirse en la hermana mayor de Dominga, quien, con 31 semanas de gestación, posa dentro del vientre de su madre. Estas fotografías de embarazada se realizaron a mediados de junio, en el hogar de esta familia en el cerro San Juan de Dios en Valparaíso.
Comenzamos con algunas fotos en el segundo piso de la casa. Para conseguir estas imágenes de Katherine y Francisco solos, tuve que reclutar a Josefina como mi asistente. Su papá le pasó su propia cámara digital, y ella, en pocos minutos y tomándose muy en serio su rol, aprendió a solicitar a sus modelos diferentes poses, imitándome palabra por palabra.
Como pueden ver, cuando la Jo no está tras la cámara, se roba todas las miradas.
Bajamos a la cocina. Habíamos estado tomando té ahí cuando llegué, así es que me gustó la idea de fotografiar a esta familia en una actividad tan cotidiana como tomar desayuno. Para que la situación pareciera casual, Francisco se dio a la tarea de conversar algo trivial para divertir a su mujer… y vaya que lo consiguió.
Frodo, el gato de la familia, hizo su aparición en algunas de estas tomas en el patio.
La Jo demostrando su talento como modelo (arriba) y como fotógrafa (abajo). A estas alturas ya éramos bien amigas.
Como en el patio hacía frío, subimos al dormitorio para tomar algunas fotos con papá antes de que partiera a trabajar.
Josefina, muy obediente, iba a sacarse los zapatos para subir a la cama, pero su mamá le permitió dejárselos puestos por esta vez.
Luego de que papá se fue a la Jo le dio sueño, así que recurrí al viejo truco de la pintura a dedo. Nos sentamos en la escalera y, pincel en mano, la artista dio curso a su imaginación.
Mientras Katherine se sacaba el maquillaje de la pancita, aproveché para tomarle algunas a la Jo solita, mientras intentaba negociar con ella los próximos movimientos.
Una de las cosas que me llamó la atención cuando llegué a esta casa fue la habitación de Josefina: era un paraíso en rosa digno de una princesa. Le pedí a Katherine que se sentara a jugar con su hija, y con ella concentrada, capturé algunos momentos de juego entre las dos.
Pero la Jo igual me pilló cuando las observaba a través del lente desde la escalera, y me instó, como buena hermana mayor, a tener mucho cuidado al subir y bajar los peldaños.
Cambiamos de juego y nos trasladamos a la escalera. La Jo aprovechó de hacer algunos pasos de baile al ritmo de la música proveniente del juguete.
Minutos más tarde, Katherine fue a cambiarse de ropa para algunas fotos en la terraza de la casa, así que mientras la esperábamos armamos un rompecabezas gigante de Frutillita entre las dos. No pude evitar acordarme de que cuando yo era niña, mi lámpara de velador era de Frutillita… En realidad yo creo que con la Jo hubiésemos sido buenas amigas.
La noche anterior a esta sesión preparé unas banderitas de papel con el nombre de Dominga. Fueron un excelente recurso en una nueva negociación con Josefina para conseguir que posara en estas últimas imágenes junto a su mamá. Se lo regalé para que lo pusiera en la pieza de su hermanita Do, y a cambio, ella me hizo un dibujo.
Algunas fotos de mamá solita junto a su guatita, con Valparaíso y sus barcos diminutos de escenario. Mientras hacíamos esto, la Jo nos gritaba desde el escritorio donde estaba dibujando, “Chicas, ¿están bien?” Nosotras nos reíamos.
Cuando volvimos al dormitorio se me ocurrió aprovechar la luz para estas fotos más íntimas de Katherine con su Dominga en la guatita. Después de esto me tuve que ir, a pesar de la Jo me invitó a jugar con ella toda la tarde. Me imagino que ahora estará dichosa con su nueva hermanita, una compañera y amiga para siempre jamás.
