Me cuesta creer que ya han pasado casi dos meses desde esta sesión de fotos, pero así es. Fotografié a Josefa a los 13 días de vida en su casa en Santiago, junto a su hermana mayor y sus padres. Esta preciosa bebé recién nacida salió de la pancita de Claudia, cuya sesión de embarazada hicimos en la playa el 26 de febrero, un mes antes de que naciera Josefa.
Realizamos estos retratos un lunes por la tarde, pocas horas antes de que papá tuviese que tomar un avión al norte. Por más que mamá hizo sus mejores esfuerzos de amamantamiento, esta bebita no quiso dormir y mantuvo sus destellantes ojos (herencia de su madre) abiertos durante toda la sesión. Seguro algo presentían esas pestañas.
Arriba, una bella imagen de maternidad.
Me acuerdo que para ir a tomar estas fotos me preparé especialmente con unos calcetines rosados que sabía le iban a gustar a la Javi (la hermana mayor de la Josefa), y justamente, ella andaba con unos calcetines del mismo color. También llevé varios gorritos tejidos a crochet por la multifacética Claudia Vasconcelo, y le pedí a la Javi que eligiera uno para su hermana. Ella, muy seria, posó con la selección.
Josefa envuelta en rosa fuerte (mismo color de los mencionados calcetines), como pasando de la oscuridad a la luz.
Y por supuesto, la Javi retratada junto a su nueva hermanita. Claudia me dijo: “Está feliz porque le encanta tomarla”. Parece que estuvieran relajadas conversando… quizás en unos años más podré tomarles la misma foto, más grandes…
Una de mis imágenes favoritas de esta sesión es la de arriba. Papá e hija. Cuando estaba editando las fotos me soprendió la mirada de la Josefa, directo a la cámara, como si hubiese respondido a mi llamado. Y me hizo pensar en que una, como hija, atesora las fotos con su padre, y que quizás ella, en unos cuantos años, cuando ya no quepa en los brazos de su papá, pueda recordar qué se siente estar allí con esta imagen.
¿Se acuerdan que la Javi tiene dotes de actriz? El histrionismo desborda de esos ojos que parecen decir mil cosas.
Josefa disfrutando de ese espacio calentito entre mamá y papá. No sé si seré yo, pero me imagino que la Claudia podrá sentir el aroma inconfundible de su hijita con sólo mirar esta foto.
Gracias Clau y Julio por dejarme entrar en su hogar y compartir estos preciosos momentos con ustedes y sus hijas. No se imaginan lo especial que es para mí sentir que con mi trabajo he creado recuerdos para las maravillosas mujeres que serán en el futuro. Les dejo una última de la peladita, que parece dibujada a lápiz.